El Poncho Argentino
 
Extracto y fotos del Catálogo “El Poncho” del Museo Nacional de Arte Decorativo. Exhibición de “El Poncho, Arte y Tradición” en Buenos Aires, Argentina 2001. Curadores Javier Eguiguren Molina, José Eguiguren Molina, Roberto Vega.
 
Alberto Bellucini Director del Museo Nacional de Arte Decorativo de Buenos Aires describe al poncho como uno de los abrigos más sencillos, imaginativos y eficaces de la historia, producto de arte textil con mayor prosapia y arraigo vernáculo. Simple manta cuadrada que se abre en el centro para introducir la cabeza y que cae a los lados protegiendo la espalda y el pecho.
 
Esta prenda se afianzó en países de América del Sur como abrigo típico, artesanía secular y signo distintivo de indentidad regional y personal, que identifica a quien lo viste, dentro de un conjunto de códigos simbólicos de materiales, diseños y colores que otorgan a cada pieza un carácter personal.
 
En la historia argentina se forjó un nuevo arquetipo humano: El Gaucho, su personalidad, sus gustos y obligaciones le tejieron un aire de leyenda que acompaña al poblador rural y en particular, al hombre que monta un caballo. En los primeros tiempos, el gaucho se arropaba con los “Ponchos Arribeños” provenientes de las tierras del norte, elaborados en telar indígena o en telar criollo y con variados diseños, más tarde optó por el uso de los modelos utilizados por los aborígenes de la llanura.
 
Corría el siglo XIX y todavía el poncho no había ingresado a los salones del Buenos Aires europeizado –a pesar que el General San Martín y sus fuerzas lucieron gran variedad de Ponchos- y recién fue bajo la autoridad de don Juan Manuel de Rosas, cuando se incorpora el poncho al área ciudadana, tanto el Poncho Colorado, emblema oficial de la época, como los Ponchos Celestes, que eran los distintivos de los unitarios.
 
El Poncho Argentino en la historia
 
En el continente, el poncho fue una prenda de extendida difusión prehispánica, y a partir de la presencia europea, adquirió y reinterpretó nuevas técnicas y diseños dentro del marco del proceso de transferencia cultural sufrido a partir de la Conquista de América. Los diseños simbólicos prehispánicos sufrieron transformaciones, originadas por el aporte de la estética recién venida. Las nuevas corrientes mestizaron las artes decorativas en general, y en nuestro caso en particular la vestimenta.
 
Las culturas andinas usaban una especie de camiseta, conocida más tarde por los Incas con el nombre de Unku, el cual poseía un alto valor entre los pobladores andinos. Así es que este antecesor del poncho que hoy conocemos, acompañaba a los difuntos en sus viajes al más allá y favorecidos por las condiciones climáticas, en la costa desértica del Perú, se han descubierto numerosos enterratorios en los que esta prenda integra la vestidura funeraria.
 
Con el correr de los años la confección de los ponchos sufrió una
evolución. Esta prenda era tejida dentro de la unidad familiar -tanto
indígena como mestiza- como trabajo realizado por mujeres y niños,
ya sea para uso propio o como bien de intercambio. Esta ocupación
implicaba un aporte a la economía familiar. Fue en el siglo XVI cuando
los sacerdotes jesuitas tomaron a su cargo la elaboración textil en telar.
Con ayuda de mano esclava producen modelos de ponchos en la
misiones de Perú y el Alto Perú y se introduce en Argentina variantes
como la de los cordobeses de lana de oveja, los catamarqueños
de algodón y de lana de oveja, y los guaraníticos.
 
Entre los diseños históricos del Perú y Bolivia tenemos el típico poncho de “listas”, rojo y negro, que tuvo la total aceptación en la sociedad criolla del siglo XIX.
 
En Argentina no fueron las lanas o el algodón las únicas materias primas utilizadas para la confección de ponchos. La seda irrumpió en el Río de la Plata, proveniente de Asia y Europa.
 
Poncho de los aborígenes chaqueños
 
En esta zona se incorpora el uso del poncho tejido en telar como uso
cotidiano después de la conquista. Su técnica es la forma de usar el huso
apoyado al suelo, diferenciándose de las tierras altas donde el huso está
suspendido al aire.
 
El Poncho de Cuero Argentino
 
Los habitantes primitivos de las pampas se abrigaban con la piel de sus
presas, que se la colgaban a los hombros con el pelo hacia adentro.
Con el tiempo estas piezas se fueron perfeccionando y adornando por
medio de pinturas decorativas.
 
Los mantos de cuero, Kai Ajnún, considerados como emblemas de mando y
jerarquía contenían símbolos que más tarde se reprodujeron en algunos
ponchos “Pampa”. Años después los gauchos usaron la piel de caballo para
sus ponchos.
 
 
 
Los Ponchos de la Llanura Pampeana
 
Generalmente de pelo de guanaco, más tarde de lana de oveja, hoy día se ha desarrollado con la influencia hispánica. Fue una prenda de uso masculino, hecha por manos femeninas.
 
Cuentan los cronistas que las mujeres de esta región debían entregar un poncho por año a sus esposos, los cuales expresaban no sólo muestras de amor sino que exhibían en su diseño los atributos jerárquicos del destinatario, y fuera éste noble, guerrero, o utilizara la prenda para usos ceremoniales o cotidianos.
 
El poncho está compuesto por:
El campo, el área total, las columnas y los bordes. Los colores del
campo pueden ser variaciones que van desde gris al marrón
y al blanco, el negro era conservado especialmente para los noble
y el rojo estaba asociado, con la sangre, de sus enemigos.
 
Un dato interesante es el de la información contenida en el diseño
de las columnas del poncho, el cual no sólo cumple una función
decorativa. En efecto, las columnas verticales sobre el campo
explican si el que lo lleva es poseedor de hacienda, araucarias,
tierras cultivables, hermanos poderosos, varias mujeres, alianzas,
procedencia geográficas, etc.
 
Los Ponchos “Arribeños”
 
Esta área de producción de estos ponchos comprende las actuales provincias de Jujuy, Salta, Catamarca, Tucumán y La Rioja. Esta prenda tiene en cada lugar su propia característica.
 
En la provincia de Salta el poncho es denominado “Poncho de Güermes” y es rojo oscuro, con listas, ribete de la boca, flecos de color negro. Se emplea para su confección la lana de oveja y alpaca.
 
En Seclantás hay dos clases de poncho: el “Criollo” y el “Merino”. El primero es tejido con lana de oveja hilada en huso y teñida con colorantes naturales. En cambio el “Poncho Merino” se confecciona con materia prima industrial, la que brinda un brillo especial a la prenda.
 
En Jujuy a pesar de haber tenido una bonanza textil en el siglo XIX y donde los habitantes vivían en su mayoría del tejido, sufre un retroceso y  los ponchos quedaron de lado.
 
En la provincia de Santiago del Estero se describía estos ponchos como tejidos muy apretados que cuando se mojan se ponen duros, resultando impermeables a la lluvia, pero en cambio no son de abrigo.
 
 
El Poncho “Patrio”
 
El Poncho Patrio aparece en 1820 en el Regimiento de Dragones de la Patria
y hasta principios del siglo XX fue usado por la policía de campaña como
por los miembros del ejército. Era color azul oscuro con forro de bayeta
roja, cuello y abertura cerrable con botones. No llevaba flecos.
 
 
 
 
 
 
 
Foto: Poncho Pilagá, de lana de oveja, ocre y rojo, con flecos. Fines del siglo XIX. Col. Eduardo Anchorena
Foto: Poncho de Cuero sobado, con detalles de cinta de seda roja. Flecos de pasamamería. Entre Ríos, siglo XIX. Esta pieza perteneció al General Justo José de Urquiza. Col. Del Museo Históricoo Nacionl
Foto: Poncho Pampa. Siglo XIX. Col. Alfredo Anchorena
Foto: Poncho de Seda Blanco con bandas, boca y moños rojos. Catamarca. Fines del siglo XIX. Col. (Foto de Carlos Velar)
Foto: Poncho Patrio. Capa-Poncho de lana de oveja, que perteneció al General Don José de San Martín, con cuello militar. Col. Museo Histórico Nacional
 
 
El Poncho Argentino
Escrito por: Judith Sanders
Viernes, 18 de diciembre de 2009
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